traductor de francés

UNA INTRODUCCIÓN A LA EPIGRAFÍA

Posted on 16/10/2014 · Posted in Sin categoría

La epigrafía es la ciencia auxiliar de la historia que estudia las inscripciones sobre materiales duros, como la piedra o el metal, a diferencia de la paleografía, que lo hace sobre las inscripciones realizadas sobre materiales perecederos, como el papiro o el pergamino, ciencia que también estudia la evolución de la escritura. La epigrafía siempre es anónima, dirigida a un público anónimo.

La  epigrafía, como disciplina, existe aproximadamente desde finales del siglo XV y, entre los primeros interesados en ella, no sólo aparecen los de carácter erudito sino también comerciantes y viajeros. Las compilaciones realizadas en aquella época se encuentran mediante autopsia directa o de inscripciones sobre las que habían oído hablar.

Los primeros epigrafistas fueron simples compiladores o humanistas dedicados a la epigrafía que realizan aportaciones más o menos científicas.

En el fin del siglo XV se descubre ya  el valor probatorio de la epigrafía para legitimar aventuras políticas o militares.traductor jurado de francésAlgunas inscripciones hablan de hechos que nunca  existieron porque fueron creadas para justificar móviles políticos, militares o colonizaciones ultramarinas.

Estas falsificaciones fueron denunciadas en algunos casos pero, en otros, entraron en la bibliografía llegando su vigencia incluso hasta los siglos XVIII y XIX. Sobre ellas se construyeron crónicas que contaminaron  ambientes eruditos que han llegado hasta nuestros días. De ello son paradigmáticas las referencias a Túbal, nieto de Jafet y padre de Ibero.

Ciriaco de Ancona (1391-1455) fue el fundador de la Epigrafía científica y el primero que se preocupó por recoger el mayor número posible de inscripciones. Sin embargo, la epigrafía científica no llegará hasta la Ilustración. Será entonces cuado se catalogarán y se comentarán las inscripciones.

traducción en alicante

La epigrafía se convirtió con frecuencia en una actividad en gran parte vinculada a círculos eclesiásticos. El lapidario vaticano es uno de los más importantes del mundo (pertenece a los siglos XVI, XVII y XVIII). La práctica epigráfica estuvo muy vinculada a la Iglesia a causa de su formación latina.

Entre los investigadores de la época de la Ilustración encontramos al Conde de Lumiares, a Gregorio Mayans, uno de los mejores conocedores de la epigrafía, y al Marqués Escipión Maffei, que reunió una gran colección. Otros muchos siguieron sus pasos y, en el siglo XIX, este interés fraguó en una operación internacional para recopilar catálogos epigráficos, que se centralizaron en Berlín (Academia de Prusia).

Este proceso afectó a los textos de forma desigual: hubo una corriente de interés por las inscripciones latinas mientras que las griegas fueron dejadas más de lado, salvo en los cenobios griegos y egipcios. Hasta el siglo XIX no hubo prácticamente historia de la epigrafía griega. No obstante subsistió, de forma más o menos marginal, hasta el siglo XIX.

Con respecto a  las  inscripciones que tienen que ver con otras culturas, las circunstancias son mucho más herméticas. Este nuevo interés deriva del absoluto desconocimiento que se tenía hasta los trabajos de Jean François Champollion (1790-1832). La Piedra de Rosetta sólo es un primer paso pues, en oposición al cuneiforme, del que disponemos de más textos; poseemos menos en jeroglífico, y el Lineal A sólo ha podido ser descifrado en una pequeña parte.

En el Próximo Oriente, el sistema cuneiforme puede parecer homogéneo pero se trata de sistemas que sólo comparten una característica: el empleo de un sistema de signos que no es comprensible fuera de su época. Casi todos los sistemas de escritura antiguos fueron silábicos, salvo el latín y el griego. Eso hace que aunque no sepamos nada de una lengua antigua sí que podemos saber que estamos ante una construcción silábica.

La epigrafía sólo tiene sentido en un entorno en el que tanto el que escribe como el que lee maneje un sistema de signos para comprender y traducir lo escrito. Este proceso es muy importante pues es el único que garantiza que la inscripción produzca el mensaje deseado. Todos los epígrafes tienen mensaje. Cuando son antiguos son sujetos únicos de los que no existen copias.

La epigrafía de hoy es reproducida por medios mecánicos aunque sigue teniendo el mismo uso (nombres de calles, etc.). En la Antigüedad hubo un tiempo en que la epigrafía también se efectuaba por los mismos medios mecánicos: se estampaba el nombre del fabricante dentro de los recipientes. Por todo ello, cuando se produce la estampación mecánica deja de ser un epígrafe, ahora es un instrumento (instrumentum). No es, por tanto,  una pieza individual.

Las monedas se acuñaban mediante yunque, disco de metal y martillo. Es un proceso manual, no había dos monedas iguales. Las monedas actuales siguen siendo epígrafes.

Una curiosidad son las tuberías, que tienen inscripciones ajenas a todas las circunstancias anotadas anteriormente pues se grababan con los nombres de sus fabricantes o de las ciudades a que estaban destinadas pero, en lugar de ser expuestas, eran enterradas. Se trataba de una epigrafía para no ser vista.

Un primer proceso al encontrarnos con  una inscripción sería leerla, lo que no siempre es posible pese a poseer el código pues, aunque las inscripciones romanas podríamos leerlas, en algunas antiguas esto no es suficiente para comprender el texto pues en el mundo antiguo había abreviaturas que no siempre son conocidas. El por qué se encuentra en varias razones, como el tamaño de la lápida, por cuestiones económicas (coste mayor cuanto más letras) o por desconocimiento de la lengua de los grabadores (las declinaciones del latín, etc.).

traduccion de polaco

R.M.M Jordán
Historiador

 

Traducción de la palabra EPIGRAFÍA en distintos idiomas: