4.-El desciframiento de la escritura cuneiforme.
4.1. Paul Emile Botta (1802-1870)
Uno de los primeros en interesarse por las extrañas colinas que dominaban el desierto iraquí fue Paul Emile Botta cuando era agente consular en Mossul (1840) y, aunque no era arqueólogo, tenía conocimientos de las lenguas indígenas lo que, unido a una inmensa energía, le facultó para la labor a la que se enfrentaba. No tenía ni plan ni hipótesis alguna, tan sólo su anhelo por descubrir algo que todavía no sabía exactamente de qué se trataba. Se interesaba por la procedencia de todos los objetos antiguos que encontraba a su paso y por las tablillas de arcilla con extrañas inscripciones.
Sus preguntas sobre el origen de todas aquellas antigüedades no hallaban respuesta así que se decidió a investigar por sí mismo.
Lo hizo sobre la primera colina que se puso en su camino, cerca de Kuyunjik. No fue capaz de encontrar nada, fue un fracaso, pero allí se encontraba un palacio de Asurbanipal que sería descubierto más tarde.
Sus siguientes excavaciones sólo proporcionaron a Botta trozos de ladrillos cubiertos de inscripciones indescifrables. Esta tarea le llevo todo un año.
Hasta que le llegó la información por medio de un árabe parlanchín, al que al principio no hizo mucho caso después de las innumerables decepciones que había sufrido, de que en Korsabad había numerosísimas inscripciones en los ladrillos que utilizaban los indígenas para sus construcciones.
Fue el momento culminante en la exploración de Botta y que le hizo inmortal en la historia de la arqueología. Fue el primero en dar a conocer los primeros despojos de una cultura que se desarrolló durante casi dos mil años y que había quedado enterrada y olvidada desde hacía más de dos mil quinientos.
Las siguientes excavaciones dejaron al descubierto murallas, inscripciones, relieves, esculturas de animales fabulosos y otras maravillas. Se había descubierto la fabulosa ciudad de Nínive.
Se excavó desde 1843 hasta 1846 pese a la oposición de la climatología, los indígenas y el bajá turco, representante en el país del dominio otomano, que creía que tanto esfuerzo por parte de Botta sólo era su ansia de oro. Pero Botta, imperturbable, siguió con su labor y continuó sacando a la luz el palacio en toda su grandiosidad.
Algunos meses más tarde las primeras esculturas asirias estaban expuestas en el Museo del Louvre.
Paul Emile Botta publicó en 1849-1850 los cinco tomos de Monuments de Ninive découverts et décrits par Botta, mesurés et dessinés par Flandin. Los dos primeros se refieren a tablas sobre la arquitectura y la escultura; el tercero y el cuarto, la colección de inscripciones y, el quinto, las descripciones.
4.2. Los precursores
Sin embargo, Botta desconocía la existencia de científicos que, desde hacía años, poseían la clave para descifrar la escritura cuneiforme pero que necesitaban nuevas inscripciones para avanzar en su trabajo.
En el ínterin, Austen Henry Layard (1817-1894) excavaba en Nínive con tal entusiasmo en su labor que, en el plazo de sólo diez años, el material arqueológico reunido permitió que, a mediados del siglo XIX, los científicos tuvieran a su disposición todo lo que necesitaban para sus estudios.
En 1802 las primeras diez letras ya habían sido descifradas por un maestro auxiliar de la escuela comunal de Gotinga, Georg Friedrich Grotefend (1775-1853), pero desde el siglo XVII ya se conocía la existencia de la escritura cuneiforme, descubierta por el italiano Pietro della Valle (1586-1652).
Si bien en 1693, Aston publicaba en las Philosophical Transactions unas líneas en cuneiforme reproducidas por un agente de la East Indian Company en Persia llamado Flower las noticias más extraordinarias las divulgó Karsten Niebuhr (1733-1815). Entre 1760 y 1767 viajó por el Próximo Oriente al propio tiempo que escribía el libro que Napoleón llevó consigo en su viaje a Egipto: Descripción de viaje de Arabia y de los países limítrofes.
Sin embargo, todavía en el siglo XVIII, había reticencias sobre que la escritura cuneiforme fuera tal y no unos simples adornos según interpretación del famoso orientalista Thomas Hyde (1636-1703).
Casi todos estos ejemplares procedían de unas ruinas cercanas a Schiras (Persia). Era un gigantesco montón de escombros que Niebuhr consideró que se trataba de los restos de Persépolis. El tiempo le dio la razón.
R.M.M Jordán
Historiador
ORIGENES DE LA ESCRITURA: EL CUNEIFORME Y LA GLÍPTICA CILÍNDRICA – IV
ORÍGENES DE LA ESCRITURA: EL CUNEIFORME Y LA GLÍPTICA CILÍNDRICA – I
ORIGENES DE LA ESCRITURA: EL CUNEIFORME Y LA GLÍPTICA CILÍNDRICA – II
ORIGENES DE LA ESCRITURA: EL CUNEIFORME Y LA GLÍPTICA CILÍNDRICA – III