Las dificultades en la traducción de la escritura ibérica

Posted on 25/08/2014 · Posted in Sin categoría

Las dificultades en la traducción de la escritura ibérica

Aunque el alfabeto ibérico no se empezó a utilizar hasta las postrimerías del siglo V a C., su uso se generalizó hacia el año 300 a C.

Hay quien opina que su escritura procedía de un pueblo que habitara con anterioridad en la Península, pues la lengua que hablaban los iberos no era indoeuropea, era más antigua, tal vez proveniente de pueblos paleolíticos y neolíticos, es decir, su origen es, con toda seguridad, prehistórico; sin embargo, es evidente su influencia fenicia, cuyo alfabeto comprendía treinta y dos caracteres, que los iberos adaptaron y transformaron en semisilábico de veintiocho signos.

Se han documentado más de 2.000 inscripciones iberas prerromanas, de las que 1.800 son, con seguridad, en lengua ibera, aunque hay algunas escritas en alfabetos no iberos. Los celtíberos, a partir del siglo II a C., también utilizaron el alfabeto ibero pero lo hicieron para escribir en su lengua indoeuropea, que nada tenía que ver con la ibérica. La lengua celta es inteligible pero cuando encontramos una escritura en ibero que plasma la lengua ibérica es, en su mayor parte, indescifrable.

Las primeras inscripciones en escritura ibérica se emplearon para marcar la propiedad en la cerámica y en las estelas funerarias. Después lo hicieron en el comercio y en la política.

La escritura ibérica clásica comenzó a usarse en la zona levantina hacia 425-400 a C. y alcanzó su cénit desde el 300 a C. aproximadamente.

Los tipos de escritura que se conocen son la libio-fenicia, el alfabeto greco-ibérico, la escritura ibérica meridional, la levantina y el alfabeto del Sudoeste.

La escritura ibérica es semisilábica; es una grafía que se representa mediante vocales siendo la mayor parte de las consonantes b, d, g, (p) + k. Las que no son oclusivas se escriben junto a una vocal. Los iberos no distinguían entre los sonidos ka y be, de y te, be y pe. La b, por ejemplo, no existe sola, necesita de otra letra para sonar.

La escritura levantina se escribe de izquierda a derecha, mientras que la meridional lo hace de derecha a izquierda.

En ocasiones, distinguimos los nombres de ciudades porque aparece el sufijo uli o icti y cuando la palabra termina en cierto tipo de sufijos se aprecia que se trata del nombre de un individuo.

Los soportes en los que aparecen las inscripciones son las vasijas de cerámica; los objetos funerarios; las inscripciones en mosaico (muy escasas); las letras sueltas en ánforas o piezas de cerámica; las inscripciones pintadas (tituli picti) en la cerámica Oliva-Liria; las monedas, que son fundamentales pues sin ellas no se podría leer el alfabeto ibérico, sobre todo el levantino y el del sudoeste; las inscripciones rupestres en zonas sagradas… Sin las monedas no hubiera sido posible la transmisión de la lengua y la escritura ibéricas.

En las primeras monedas ibéricas aparece la palabra salir, moneda, dinero. Por ejemplo, la palabra iltirtasalir, se puede traducir como plata o moneda de Iltirta (Ilerda, Lérida). En ocasiones, aparece el nombre de la ciudad y otra palabra añadida. Deducimos de esto que la lengua ibera declina. Ejemplos de ello los tenemos en el anteriormente citado Iltirta que en la moneda aparece como iltirtasalir y en otras monedas iltirtesken o ausesken, por lo que esken sería el genitivo plural que significaría “de los ilerdenses”. Así como esto se da en el ibérico, en monedas griegas antiguas encontramos la palabra emporiton: “de los ampuritanos”; en la Roma antigua, romaion: “de los romanos”. Todo esto indica que la lengua ibérica también declinaba.

La escritura más representativa es la que se realizaba en finas láminas de plomo, en las que se escribía con un punzón, enrollándose, se cree que al calor, para facilitar su transporte. De estos escritos se conocen unos setenta, sobre todo en ibérico levantino, pero también en meridional y sudoccidental, y son, al parecer, en su mayor parte, documentos o cartas comerciales y privadas, aunque alguno podría ser religioso. Un enigma por resolver es el de quiénes eran los autores y a quiénes iban dirigidos estos escritos iberos. Existe la teoría de que serían los comerciantes, tanto marítimos como terrestres, pero carecemos de pruebas de ello.

También hallamos escritura ibérica en cerámicas, en estelas funerarias y en mosaicos.

En las primeras, encontramos marcas de propiedad. Se realizan sobre cerámica ática. Son graffitis trazadossobre ánforas cuyas terminaciones son –ar,  -er, -an. Son genitivos y significan “es de…X”. Están escritos en genitivo singular. Por ejemplo, la inscripción en una copa griega: iberoser, “de ibero”. En algunas inscripciones aparecen las partículas mi o ban, que son pronombres. La palabra alorsortinarmi la traducimos como “yo soy de Alorsortin”: alorsortin/ar/mi.

 

Entre las palabras cuyo significado conocemos encontramos:

  • En vasos: baikar, que significa taza.
  • En estelas funerarias de los siglos III-II:
    • Nombres propios con algún genitivo.
    • Sentar, cuyo significado es monumento o lápida.
    • Una inscripción en una lápida funeraria ibérica:
    • Iltirbikis:en:sentar:mi (Yo monumento de Iltirbikis)
    • A veces, aparece una fórmula delante del nombre del difunto: are take (aquí está).
    • Cuando hay más de un nombre, éste pertenece al que le dedica la lápida al difunto: (T)EBAN(EN). Cuando aparece esta inscripción junto al nombre se trata de la acción del dedicante: “Le hizo el monumento…”
    • IKONKEI(MI)ILTU BELESEBAN: “Iltu Beles se lo hizo”.

Hay pocos mosaicos escritos; en algún objeto decorado aparece la palabra ekiar. En un mosaico en Teruel hallamos la inscripción LIKINETE EKIAR OSEKERTEKU: “Lo hizo Likine, del taller de Osicerda”.

 

Traducciones de francés

Bronce de Áscoli

 

Los estudios de Manuel Gómez Moreno (1870-1970), en 1922, dieron como resultado el desciframiento de esta escritura cotejando símbolos iberos con letras y sílabas del alfabeto castellano actual. Para ello, se basó en varias piezas con inscripciones, como el bronce de Áscoli -pieza que se refiere a las recompensas dispensadas por Cneo Pompeyo Estrabón a la Turma Salluitana en la toma de Áscoli durante la Guerra Social o de los Aliados (c. 90 a C.)-. La lista de nombres que aparecen en la misma son todos ibéricos, lo que permitió a Gómez Moreno conocer la estructura interna de los antropónimos iberos. También trabajó sobre un texto en griego, de alfabeto jónico, hallado en el santuario de la Serreta (Alcoy, Alicante). Las monedas de época romana republicana acuñadas en Iberia con leyenda bilingüe latín-ibérico fue otro de sus campos de trabajo.

Los magníficos hallazgos de Gómez Moreno nos permiten leer los escritos iberos pero, al leerlos, no podemos entender lo que expresan. Podemos pronunciar lo que aparece escrito pero no conocemos el significado de la gran mayoría de las palabras en lengua ibera.

El trabajo reciente más importante es el de Jürgen Untermann (1928-2013) en 1990, en el que recopila todos los textos ibéricos hasta ese año. Sus investigaciones están centradas en el estudio de las “lenguas fragmentarias” itálicas y paleohispánicas. Llegó a ser considerado la máxima autoridad en el estudio de las inscripciones paleohispánicas, especialmente de las ibéricas.

La epigrafía ibérica fue una de las más desarrolladas de la Antigüedad, tan solo aventajada por la etrusca, superando a otras como la gala, la norteafricana o la del Mar Negro. Las escrituras levantina y greco-íbérica son más fáciles de leer que la jeroglífica egipcia. Solamente la grafía Y ofrece dificultades.

Otro de los problemas de interpretación que ofrece la lengua ibérica es que, lógicamente, tendría derivaciones locales, es decir, formas dialectales, que causan más dificultades a la hora de hallar su significado.

Una teoría que relaciona a la lengua ibera con la euskera afirma su parentesco porque fonéticamente suenan igual. Aunque este supuesto vínculo no está probado, hemos de reconocer ciertas similitudes ente ambas lenguas como, por ejemplo, la palabra ibérica ekiar, en vascuence egin, que, tanto en una lengua como en la otra, significan hacer.

Hay muchas más, como iltir e ili, que en ibérico significan ciudad y es que en vasco iri, significa ciudad. Dinero en ibérico es salir y sari, en vasco actual y sali, en antiguo, significan lo mismo.

Por todo esto, no podemos pensar que, no siendo indoeuropeas, ninguna de las dos lenguas, tenga una raíz común neolítica.

R.M.M Jordán
Historiador